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Terapia online para la depresión

¿Qué es la depresión?

La depresión se caracteriza por un estado de ánimo bajo persistente, un interés disminuido en las actividades y una notable disminución en la autoestima. Este estado prolongado puede moldear la percepción de la vida diaria, lo que conlleva dificultades para enfrentar incluso las actividades rutinarias. La depresión abarca más que simples sentimientos temporales de tristeza. Implica cambios emocionales y cognitivos duraderos que alteran el funcionamiento diario.

Las personas pueden lidiar con una sensación constante de desesperanza, experimentar falta de motivación o placer y enfrentar dificultades para concentrarse. Los síntomas físicos, como cambios en el apetito y los patrones de sueño, también pueden ser prevalentes.

Los trastornos depresivos conforman un espectro diverso, cada uno con características únicas. Desde el trastorno depresivo persistente, que implica síntomas de bajo grado prolongados, hasta el trastorno depresivo mayor, marcado por síntomas severos y generalizados, estos trastornos abarcan una variedad de experiencias. Otras condiciones, como el trastorno bipolar y el trastorno afectivo estacional, subrayan aún más la naturaleza intrincada de las presentaciones depresivas.

Si bien no existe un enfoque único para abordar la depresión, hay diversas vías de tratamiento disponibles. Las intervenciones terapéuticas, como la terapia cognitivo-conductual (TCC) y otras modalidades respaldadas por la ciencia, son fundamentales en el tratamiento. Los medicamentos, los ajustes en el estilo de vida y el apoyo de profesionales de la salud mental también pueden ser componentes vitales de un plan de tratamiento efectivo.

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¿Cuándo pasa el estado de ánimo bajo a ser depresión: cuándo buscar terapia?

La línea entre experimentar ocasionalmente un estado de ánimo bajo y enfrentar una depresión clínica puede ser sutil pero significativa. Es importante comprender cuándo el estado de ánimo bajo evoluciona hacia una depresión y cuándo buscar terapia se convierte en una elección prudente.

Estado de ánimo bajo ocasional: una experiencia humana común

Sentirse abatido, desanimado o experimentar breves periodos de tristeza son parte del espectro de emociones humanas. El estado de ánimo bajo ocasional suele ser una respuesta natural a los desafíos de la vida, las decepciones o situaciones estresantes. Estos momentos de tristeza transitoria suelen resolverse a medida que las circunstancias cambian y las personas recuperan su equilibrio emocional.

Identificando la depresión clínica: cuando la lucha se profundiza

La depresión clínica, por otro lado, se caracteriza por síntomas persistentes y generalizados que van más allá de las fluctuaciones emocionales normales. Cuando el estado de ánimo bajo se intensifica y persiste durante períodos prolongados, acompañado de una serie de síntomas, puede ser necesario buscar ayuda profesional.

Algunas señales de que la terapia podría ser beneficiosa:

  • Duración: Si los sentimientos de estado de ánimo bajo, tristeza o desesperanza duran dos semanas o más, podría indicar un problema más serio.
  • Interferencia con la vida diaria: Cuando el estado de ánimo bajo comienza a perturbar el funcionamiento diario, como impactar en el trabajo, las relaciones o las rutinas de autocuidado, es una señal para considerar la terapia.
  • Síntomas físicos: Manifestaciones físicas como cambios en los patrones de sueño, apetito, niveles de energía y concentración pueden ser indicativos de depresión clínica.
  • Pérdida de interés: Una disminución notable en el interés o el placer en actividades antes disfrutadas puede ser una señal de que las emociones están cruzando hacia el ámbito de la preocupación clínica.
  • Pensamientos negativos persistentes: Si los pensamientos negativos dominan tus patrones de pensamiento y obstaculizan tu capacidad para ver aspectos positivos de la vida, el apoyo profesional podría ser beneficioso.
  • Impacto en la autoestima: Cuando la baja autoestima se convierte en un tema recurrente, influyendo en tu sentido de valía y confianza.

Si notas que tu estado de ánimo bajo persiste, se intensifica o evoluciona hacia un estado emocional complejo, acudir a un terapeuta cualificado puede ser un paso proactivo. Nuestros profesionales pueden ayudar a evaluar tu situación y adaptar intervenciones terapéuticas para abordar tus necesidades únicas. Recuerda, buscar terapia es señal de proactividad para priorizar tu bienestar mental. Da el primer paso contactándonos.

Terapia para la depresión

En el ámbito de la terapia para la depresión, varias modalidades ofrecen perspectivas y herramientas únicas para guiar a las personas hacia la recuperación. Entre ellas, la terapia cognitivo-conductual (TCC) se destaca como el enfoque más extensamente investigado y exitoso para abordar la depresión.

Terapia Cognitivo-Conductual (TCC)

La TCC es un método terapéutico bien establecido y respaldado por evidencia científica, conocido por su eficacia en el tratamiento de la depresión. Aaron Beck es el reconocido psicoterapeuta que desarrolló la TCC para la depresión. La premisa central de Beck planteó que la depresión surge de creencias maladaptativas, disfuncionales o irracionales. Estas creencias encuentran sus raíces en esquemas, estructuras cognitivas sobre interpretaciones negativas del yo (como ser inútil, fracasado, indigno de amor, etc.), el mundo (como hostil, rechazante, peligroso, etc.) y el futuro. Estos componentes constituyen lo que Beck denominó el “triángulo cognitivo negativo”.

Dentro del contexto de la depresión, estos esquemas ejercen un impacto en los procesos cognitivos de un individuo. Promueven la atención selectiva hacia estímulos negativos, una tendencia a recordar eventos negativos con mayor facilidad y una inclinación hacia la rumiación y patrones de pensamiento negativos.

El modelo cognitivo desarrollado por Beck resaltó la conexión entre los pensamientos, las emociones y los comportamientos, y como resultado, la TCC se enfoca en estos tres factores. A través de una exploración colaborativa, las personas trabajan con su terapeuta para identificar patrones de pensamiento negativos que contribuyen a los sentimientos depresivos. Estos pensamientos luego son desafiados y reformulados, permitiendo el cultivo de perspectivas más saludables y estrategias de afrontamiento. La TCC equipa a las personas con herramientas prácticas para manejar los síntomas, regular las emociones y realizar cambios conductuales que respalden un mejor estado de ánimo y bienestar.

Activación conductual

Mientras que este modelo cognitivo guía la práctica de terapeutas de TCC para la depresión leve a moderada, el modelo conductual de la depresión, desarrollado por Ferster, se utiliza a menudo para casos más graves de depresión. Este modelo explica la depresión como el resultado de la pérdida de recompensas positivas (cualquier recompensa positiva o incentivo que provoque sentimientos positivos, como divertirse haciendo un pasatiempo o recibir un cumplido). Defiende que el comportamiento depresivo insta a la persona afectada a evitar estímulos aversivos o eventos desagradables que puedan reducir aún más las recompensas positivas.

La activación conductual ayuda a las personas con depresión alentándolas a programar más actividades y encontrar formas de recibir recompensas positivas nuevamente (por ejemplo, salir más con amigos para aumentar las posibilidades de divertirse y sentir que perteneces a un grupo). Junto con un terapeuta, la persona trabaja para reducir los comportamientos de evitación.

Como puedes ver, la TCC puede estar guiada por diferentes modelos y teorías, que pueden llevar a diferentes intervenciones y herramientas terapéuticas. Trabajar con un terapeuta cualificado, conocedor de todas las teorías y métodos, es esencial para recibir el tratamiento más personalizado y el mejor posible para tu caso específico. ¡Contáctanos para consultas o para reservar tu cita!

Más allá de la TCC: Explorando modalidades adicionales para la terapia de la depresión

Aunque la TCC es efectiva para un gran porcentaje de personas con depresión, varias modalidades terapéuticas complementan su eficacia y ofrecen avenidas para mejorar el tratamiento:

  • Terapia de Aceptación y Compromiso (ACT): ACT combina técnicas de mindfulness con estrategias para aceptar emociones difíciles. Se centra en alinear las acciones de uno con valores centrales para crear una vida significativa y satisfactoria.
  • Terapia Centrada en la Compasión (CFT): CFT tiene como objetivo cultivar la autocompasión y reducir la autocrítica. Este enfoque ayuda a las personas a desarrollar una relación más amable consigo mismas, fomentando la regulación emocional y el bienestar.
  • Terapia Centrada en Soluciones: Este tipo de terapia cambia el foco de atención de los problemas a las soluciones. Alienta a las personas a identificar y construir sobre sus fortalezas, y les enseña mejores estrategias para resolver problemas.
  • Terapia Basada en el Mindfulness: Las técnicas de atención plena fomentan la conciencia del momento presente y la aceptación sin juicio. Este enfoque ayuda a las personas a desvincularse de patrones de pensamiento negativos y cultivar una sensación de calma y claridad.
  • Terapia Interpersonal (TIP): La TIP aborda las relaciones interpersonales y su impacto en el estado de ánimo. Al mejorar las habilidades de comunicación y resolución de problemas, la TIP ayuda a las personas a navegar conflictos y mejorar las conexiones sociales.
  • Terapia Centrada en el Cliente: Este enfoque centrado en el cliente enfatiza la empatía, el respeto incondicional y la escucha activa. Brinda un entorno de cuidado para que las personas exploren sus emociones y encuentren su camino hacia la curación.

Elegir el enfoque adecuado: colaboración con un terapeuta

Seleccionar el enfoque terapéutico más adecuado depende de las necesidades únicas, preferencias y objetivos de cada individuo. Colaborar con un terapeuta hábil asegura que la modalidad elegida se ajuste a la personalidad y circunstancias del individuo. Al adaptar el proceso terapéutico a cada persona, los terapeutas guían a los clientes hacia una mayor autoconciencia, regulación emocional y un renovado sentido de empoderamiento. Ya sea a través de la TCC, ACT, CFT, terapia centrada en soluciones, terapia basada en el mindfulness, terapia interpersonal o terapia centrada en la persona, el camino hacia la curación es personalizado, esclarecedor y transformador.

Nuestra aproximación a la terapia para la depresión

Durante períodos de depresión, la sensación de desesperanza puede volverse tan abrumadora que nos convencemos a nosotros mismos de que buscar ayuda es inútil. Sin embargo, la terapia para la depresión puede actuar como una fuerza contraria a tales convicciones. Este enfoque terapéutico ayuda a desafiar estos pensamientos distorsionados, reemplazándolos con patrones cognitivos más equilibrados que son menos propensos a desencadenar cambios de humor perjudiciales. En este proceso, tu terapeuta establece un entorno seguro, permitiéndote liberar recuerdos angustiosos mientras te dota de mecanismos efectivos de afrontamiento.

En Psicología Terapia, nuestros profesionales amalgaman conocimientos de diversas metodologías terapéuticas diseñadas para abordar trastornos depresivos. Estas incluyen la terapia cognitivo-conductual (TCC), la terapia de aceptación y compromiso (ACT), la terapia centrada en la compasión (CFT) y la terapia basada en la atención plena, por nombrar algunas..

Tipos de depresión

El Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales, Quinta Edición (DSM-5), reconoce varios tipos de trastornos depresivos, cada uno con sus características distintivas y criterios de diagnóstico. Aquí tienes un breve resumen de algunos de los tipos principales:

  • Trastorno Depresivo Mayor (TDM): Esta es la forma de depresión más conocida. Implica experimentar un estado de ánimo bajo persistente y una pérdida de interés o placer en las actividades (anedonia) durante al menos dos semanas. Otros síntomas incluyen cambios en el apetito o peso, trastornos del sueño, fatiga, sentimientos de inutilidad o culpa, dificultad para concentrarse y pensamientos de muerte o suicidio.
  • Trastorno Depresivo Persistente (TDP), también conocido como Distimia: El TDP implica una forma crónica y a largo plazo de depresión que dura al menos dos años (un año para niños y adolescentes). Los síntomas son menos graves que en el trastorno depresivo mayor pero son consistentes y pueden incluir un estado de ánimo bajo, falta de energía, mala concentración, cambios en el apetito o el sueño, y sentimientos de desesperanza.
  • Trastorno Bipolar: Aunque está caracterizado principalmente por episodios de manía o hipomanía, las personas con trastorno bipolar también experimentan períodos de depresión. El trastorno bipolar tipo I implica episodios maníacos seguidos de episodios depresivos, mientras que el trastorno bipolar tipo II implica episodios hipomaníacos y episodios depresivos.
  • Trastorno Disfórico Premenstrual (TDPM): Este trastorno se caracteriza por alteraciones graves del estado de ánimo que ocurren en la semana previa a la menstruación y mejoran dentro de unos días después de que comienza la menstruación. Los síntomas pueden incluir cambios de humor, irritabilidad, fatiga, cambios en el apetito o el sueño, y síntomas físicos.
  • Trastorno de Regulación de la Disrupción del Estado de Ánimo (TREDA): Diagnosticado principalmente en niños y adolescentes, se caracteriza por arrebatos de temperamento graves que están fuera de proporción con la situación y un estado de ánimo constantemente irritable o enojado. Estos síntomas deben estar presentes durante al menos un año y deben observarse en más de un ámbito.
  • Trastorno Depresivo Inducido por Sustancias/Medicamentos: Este tipo de depresión surge como resultado del abuso de sustancias o la abstinencia de ciertas sustancias. Los síntomas depresivos ocurren en relación temporal cercana al uso de sustancias y pueden disminuir con la abstinencia o el tratamiento.
  • Trastorno Depresivo Debido a Otra Afección Médica: Este tipo de depresión está relacionado con una afección médica, como una enfermedad crónica, un trastorno neurológico o un desequilibrio hormonal. Los síntomas depresivos son el resultado directo de los efectos fisiológicos de la afección médica.
  • Trastorno Depresivo Especificado de Otra Manera: Esta categoría incluye casos en los que los síntomas depresivos no se ajustan a los criterios de los trastornos mencionados anteriormente pero aún causan angustia o deterioro. Ejemplos incluyen episodios depresivos de corta duración o presentaciones atípicas.
  • Trastorno Depresivo No Especificado: Esta categoría se utiliza cuando están presentes síntomas depresivos, pero el tipo específico de depresión no está claro o no coincide con los criterios de ninguno de los trastornos depresivos establecidos.

Causas

Los orígenes de la depresión son multifacéticos, surgiendo de una interacción compleja de diversos factores que pueden variar de una persona a otra. Aunque no se comprende completamente la causa precisa de la depresión, las investigaciones sugieren que una combinación de elementos biológicos, psicológicos, ambientales y genéticos contribuye a su desarrollo. Aquí hay algunos factores clave que a menudo se asocian con el inicio de la depresión:

Factores biológicos

  • Desequilibrio neuroquímico: Cambios en los niveles de neurotransmisores, como la serotonina, la dopamina y la norepinefrina, están relacionados con la regulación del estado de ánimo. Las alteraciones en estos mensajeros químicos pueden afectar el estado de ánimo y contribuir a la depresión.
  • Cambios hormonales: Las fluctuaciones hormonales, especialmente en las mujeres durante el embarazo, el posparto y la menopausia, pueden influir en el estado de ánimo y aumentar la susceptibilidad a la depresión.

Genética

  • Antecedentes familiares: Las personas con antecedentes familiares de depresión tienen un mayor riesgo de desarrollar la afección ellos mismos. Las predisposiciones genéticas pueden desempeñar un papel en cómo el cerebro responde a los factores estresantes y regula el estado de ánimo.

Factores psicológicos

  • Patrones de pensamiento negativos: El pensamiento crónico negativo, las percepciones distorsionadas y la incapacidad para enfrentar el estrés pueden contribuir al desarrollo y la persistencia de la depresión.
  • Baja autoestima: Una imagen de sí mismo deficiente y una baja autoestima pueden crear vulnerabilidad a los síntomas depresivos.
  • Rumiación: La rumiación intrusiva sobre eventos o emociones negativas puede exacerbar y prolongar los episodios depresivos.

Factores ambientales

  • Eventos estresantes de la vida: Experiencias traumáticas, cambios significativos en la vida, pérdida o factores de estrés crónicos pueden desencadenar o empeorar la depresión.
  • Adversidad en la infancia: Experiencias tempranas en la vida, como el abuso, la negligencia o dinámicas familiares disfuncionales, pueden aumentar el riesgo de desarrollar depresión en la edad adulta.
  • Aislamiento social: La falta de apoyo social y los sentimientos de soledad pueden contribuir al inicio y la persistencia de la depresión.

Condiciones médicas

  • Enfermedades crónicas: Algunas enfermedades médicas crónicas, como el cáncer, la diabetes y las enfermedades cardiovasculares, se asocian con un mayor riesgo de depresión.
  • Trastornos neurológicos: Condiciones como la enfermedad de Parkinson, la esclerosis múltiple y la enfermedad de Alzheimer pueden afectar la función cerebral y llevar a síntomas depresivos.

Es importante tener en cuenta que la depresión a menudo resulta de una combinación de estos factores en lugar de una causa única. Además, la experiencia de cada individuo es única y lo que desencadena o agrava la depresión puede variar. Comprender estas posibles causas puede ayudar a las personas y a sus proveedores de atención médica a desarrollar estrategias más efectivas para la prevención, la intervención temprana y el tratamiento.

Síntomas

La depresión se caracteriza por una serie de síntomas emocionales, cognitivos, físicos y conductuales que afectan en conjunto el bienestar general de un individuo. Estos síntomas pueden variar en gravedad y duración. Es importante tener en cuenta que no todas las personas con depresión experimentarán todos estos síntomas, y la presentación puede diferir de una persona a otra. Los síntomas comunes de la depresión incluyen:

Síntomas emocionales

  • Tristeza persistente: Una sensación persistente de tristeza o vacío que dura un período prolongado.
  • Pérdida de interés: Disminución del interés o placer en actividades que antes se disfrutaban, incluyendo pasatiempos, interacciones sociales y actividades previamente gratificantes.
  • Desesperanza: Una sensación abrumadora de desesperanza sobre el futuro y una perspectiva sombría de la vida.
  • Irritabilidad: Aumento de la irritabilidad, agitación o mal humor, incluso en respuesta a desencadenantes menores.
  • Culpa e inutilidad: Sentimientos de culpa, autoculpabilidad o una intensa sensación de falta de valía.
  • Anhedonia: Una capacidad reducida para experimentar placer, lo que lleva a una falta de motivación y participación.

Síntomas cognitivos

  • Dificultad para concentrarse: Problemas para enfocarse, prestar atención y tomar decisiones, lo que a menudo lleva a una productividad reducida.
  • Pensamientos negativos: Pensamientos negativos recurrentes, autocrítica y sentimientos de ser una carga para los demás.
  • Problemas de memoria: Memoria deteriorada y dificultades para recordar información o eventos pasados.

Síntomas físicos

  • Fatiga: Falta persistente de energía y sensación de cansancio extremo, incluso después de un descanso adecuado.
  • Cambios en el apetito: Cambios significativos en el apetito, lo que lleva a aumento o pérdida de peso.
  • Dificultades para dormir: Insomnio (dificultad para conciliar el sueño o mantenerlo) o hipersomnia (somnolencia excesiva o sueño prolongado).

Síntomas conductuales

  • Aislamiento social: Alejarse de las interacciones sociales, lo que lleva al aislamiento y a una participación reducida en actividades.
  • Disminución de la actividad: Participación reducida en actividades y disminución del interés en pasatiempos previamente disfrutados.
  • Movimientos lentos: Ralentización física y mental, a menudo notable en el habla y los movimientos.

Síntomas físicos

  • Dolor y molestias: Quejas físicas inexplicables, como dolores de cabeza, dolores musculares y malestar estomacal.
  • Problemas digestivos: Cambios en la digestión, incluyendo estreñimiento o problemas gastrointestinales.
  • Tensión física: Tensión muscular, inquietud o sensación de estar físicamente “en alerta”.

Es importante reconocer que experimentar algunos de estos síntomas no necesariamente indica depresión clínica. Sin embargo, si estos síntomas persisten durante dos semanas o más y interfieren significativamente con el funcionamiento diario, se recomienda buscar ayuda profesional para recibir un tratamiento adecuado.

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